Con esta pieza Inés comienza a explorar los principios de la abstracción. Su maestro, Edgardo Madanes, la animó a considerar la libertad de forma a la manera de expresionistas alemanes como Ernst Barlach. Optó por alternar la línea recta y la curva para lograr el resultado final de una obra relajada y despojada de detalles figurativos.